Textos



GRANDES OLVIDADOS

LORENZO UGARTE (1926-1992)
Galería Ra del Rey- Espacio de Arte

Desde que conozco la obra de Lorenzo Ugarte siempre he admirado su trabajo. Su obra no es nada casual, sino causal, porque en sus cuadros se ve claramente las fases diferentes por las que ha pasado el artista evolucionando hasta llegar a la madurez. Además, hay pocos casos, como el de Ugarte, donde el artista tiene también el don de la palabra, y él mismo se confiesa con una sinceridad tan abrumadora que no conozco más que en la obra de Nietzsche, Ecce homo.

En sus palabras nos dice qué le ha influido, qué piensa, porqué le influyen unos movimientos,  porqué otras tendencias no le interesan, como él mismo va experimentando, y sometiéndose con sus exposiciones a las opiniones de crítica y público, para confirmar sus teorías o rechazarlas. Todo esto no puede hacerlo más que aquél que está seguro de su vocación, formación, honestidad, autenticidad y buen hacer. Lorenzo era el artista que reunía todo eso, por ello nos descubre sus cartas, no tiene nada que esconder.

La obra de este gran artista es buena en todas sus facetas. Tiene mucha obra pero rompió más de la que tiene, porque era muy exigente consigo mismo. El nivel y calidad de su obra ha conseguido que sea intemporal, y que nos llegue a lo más profundo del ser, porque su obra cala hondo. Y esto es así porque en sus cuadros puso parte de su esencia, era un hombre movido por una necesidad interior, por ello la obra está viva como si se hubiera realizado hoy.

En la muestra que tenemos se aprecia la fusión de la pintura y la escultura, aunque él reconocía que en la Escuela de Bellas Artes había elegido la pintura con absoluta claridad, y la escultura la había rechazado porque le parecía demasiado fría, por los materiales (piedra, mármol, acero, plata, hierro, etc.) Sin embargo en su obra terminan mezclándose, hasta ser en ambas un maestro.

Una de las facetas más interesantes de su obra es el tratamiento del color donde consigue unos tonos, próximos al pastel, y en los azules y el carmín se palpa el desmayo de primadonnas, el puñal recién salido de la herida, la sangre coagulada, el casi púrpura cardenalicio, y entre los azules el salvia, el martín pescador, el cerúleo, el azul crepúsculo, el ceniza y el azul de los sueños. Porque Lorenzo era un soñador. Él mismo confiesa que lo que pretende reflejar en sus cuadros, después de mucha decantación, es una poética.

Obra especialmente matérica donde el plegado de las telas encierra la sensualidad de las clámides y toda la magia del mundo femenino y del clasicismo de la estética. Un chamarilero de lujo con gustos exquisitos, que recorrió rastrillos y almonedas para ofrecernos la visión del tiempo detenido, transmutado por la alquimia del pintor.

 

 Scardanelli
(18.01.2011)

 



BUSCADOR DE LO ETERNO

Es ansia de conocer lo que muerde los tuétanos
al buscador eterno que no encuentra reposo.
No se sabe si es grito o es canto cuando sangra
su vagar en penumbra por herméticos mundos,
y hay salitre en su boca y aluviones de azul
le germinan del vientre con vahído de olas.
Con paciente silencio deambula por zocos,
almonedas y rastros, desempolvando vida
donde percibe el rictus de temblor o zozobra
para encontrar enigmas de existencias en fuga.
Juegos de laberinto no requieren cerrojo
ni clausuras ni llaves de perdidos encuentros,
que falleba y pestillos abren todas las puertas
de vagabundos pálpitos que se agitan de éxtasis.
Cuando el mago provoca los continuos letargos
un remoto presagio de entender le consume
y se crispa por dentro mientras sigue la búsqueda
cual filósofo o místico al surcar lo insondable.
Esa lucha de siglos que detiene los tiempos
le transforman en vate de hornacinas sagradas,
hechiceros retablos y gavetas en quiebra,
de viejas sacristías que paradigmas cumplen
ancestrales y oscuros de lo bello y lo inútil.
Un dossier que le inquieta del armario de olvidos
le agrede los recuerdos y rompe las cadenas
con tijeras de parcas, intimidad herida,
fascinación de rasos y de telas gastadas
que protegen desmayos de toda prima donna.
Y ojivales máscaras con aspecto litúrgico
son escudos o embozo de la tenue barrera
que separa universos no accesibles a todos.
Buscador que consigue transmutar la materia
pone exvotos de infantes y tatuajes en pechos,
arrebatos descubre en jirones y pliegues,
crucigramas de besos, duermevelas de azogue
y fatigas de insomnios en nostálgicas sábanas
de las bocas que dicen o se callan y besan.
Un Lorenzo gigante, sacerdote y artífice
le posee los chancras sin candil que le oriente,
y se inunda de llaves y mil lanzas de alfiles,
todo un juego del eros con ocultas verdades.
Mas el mago requiere librarse de lo atávico
y al coloso de hierro le han nacido las alas
que permiten el vuelo donde existe lo azul.

 Encarnación Pisonero
    

  



 LORENZO UGARTE

Amaba los objetos y ellos le correspondían. Le gustaban los utensilios serviciales, que se desgastaron con el trato de las manos y de los días, y los enseres que dejaron de ser. “Qué quietas se están las cosas y que bien se está con ellas”, dijo Juan Ramón. Cosas cotidianas y humildes, sin más valor que el que Lorenzo Ugarte les daba al rescatarlas: cosas perdidas y encontradas en el lienzo, ya que cada una se instala en el sitio que tenía destinado, desde mucho antes de que alguien la hubiera extraviado o la declarara inservible. Llaves, cuerdas, maderas abolidas, sábanas que quizá fueron sudario y pedazos de la camisa del hombre feliz. Con lo que todos desechamos, él hizo su obra. Y con esa forma de amor que solemos llamar paciencia.

Le conocí a principios de los años sesenta, o sea, en el antiguo testamento. Hace siglos. Yo le hablaba de Quevedo y de Rey “Sugar” Robinson y Lorenzo me hablaba de Mondrian y de Paul Klee, pero bebíamos el mismo vino en las mismas tardes. Fuimos muy amigos y, por lo tanto, seguimos siéndolo. Por aquel entonces, los cuadros de Lorenzo Ugarte eran geométricos, pero ya estaba presente en ellos esa veneración por la materia a la que aludió José Luis Martín Descalzo, otro amigo que ya no está visible. Ya empezaban a aparecer en sus cuadros herrajes y tijeras que enviudaron de la otra hoja. Quizá le gustaban las tijeras porque se pasó toda la vida recortando retales de tiempo para poder pintar, entre trabajos más o menos trabajosos. Poco a poco, su desinteresada y laboriosa pintura empezó a participar del collage. Luego de la forma más natural, fue desembocando en lo escultórico. En cualquier caso, él siempre buscó lo mismo y acertó a decirlo: liberar tensiones y buscar respuestas a esto de vivir, que no se entiende.

Como si alguien hubiese entrado con una varita mágica en una almoneda, en un viejo desván, en un cuarto trastero. Sólo asi son posibles estas redenciones de los objetos callados y abandonado. Ahora sabemos que el mago era él.

 Manuel ALCANTARA, 1992




TEXTO PARA LA EXPOSICIÓN EN EL PALACIO DE LA MAGDALENA .SANTANDER,1981



 Atrás ha quedado la pulcra geometría de los primeros tiempos, los nítidos vectores de un mundo que era como un mosaico.También quedó atrás la época oscura, cuando ponía un color como quien pone una denuncia.Pasó de Euclides a Goya y de Goya a él mismo, que encontrarse también lleva su tiempo.Ahora Lorenzo Ugarte es como un trapero que hubiera guardado sus cosas en el arco iris.Hay en sus cuadros clavos y cordeles, como en el mundo, y trozos de la camisa de don nadie.Y hay hermosos colores azules, y verdes, y rojos.Y tierras que hemos pisado más de una vez, y nudos que son su propio desenlace y que tienen su propio desenlace y que tienen vocación de pendulo. Una almoneda franciscana y una gigantesca operación de rescate, eso es la pintura de Lorenzo Ugarte. Relieves, arenales, un metal que dimitió junto a un crepúsculo de lacre o una luz de acuario. Creo que Lorenzo Ugarte nos ha pintado a más de uno pintando desierto y objetos perdidos.


Manuel Alcántara.







PEQUEÑO ACROSTICO Y PROSA PARA LORENZO UGARTE



Acróstico

L a obra muy noble de Lorenzo Ugarte
U n firme apoyo a nuestro anhelo
G ana, para servirnos de consuelo.
A nte el fraude creador, en varia parte
R efleja su mensaje, tan entero,
T al amor a lo humilde que su arte
E s místico y poético sincero.

He conocido muchos artistas. Pocos con tan destacada personalidad como Lorenzo Ugarte.
Siempre me conmueve su obra como la presencia de los sorprendentes mascarones de proa;
Como los escudos de las murallas de maravillosas ciudades soñadas;
Como los colores vivos de un grupo de flores crecidas sobre los escombros...
Su sensibilidad estuvo favorecida de una originalísima intuición, de una inspiración desbordada, de unas dotes técnicas poco comunes. Sacó extraordinario partido de los encuentros fortuitos de materiales brindados por el azar, apoyados en el conocimiento lógico de su naturaleza.
Así enlazó las inquietudes ancestrales vivas de la creación, con las búsquedas y experimentaciones últimas y extremas sin hacer concesión alguna a las tendencias y las modas.
El sorprendente resultado supera limitaciones de género para realizar objetos próximos (o alejados) a la pintura, cual a la escultura.
Su potente expresividad se ofrece plena de misterio. Nos habla de inquietudes profundas y metafísicas.
Sin deliberado propósito, su obra enlaza con la de artistas marginales llamados a ocupar, un día, el puesto usurpado por tantos banales, aunque aplaudidos productos.


Antonio Fernández MOLINA





LA TRANSPARENCIA DE LO ENIGMÁTICO





¿Cuáles son los secretos de las creaciones de Lorenzo Ugarte? Si acaso se pueda hablar de secretos... La entrega profunda del artista a su obra, con alma y cuerpo, hace que, a través de un cromatismo intenso, cualquier "secreto" se revele, se resuelva. Se revela forzado por una luz negra que rodea un azul denso que se manifiesta en todas sus graduaciones, en todas sus facetas de un brillo que causa el fin de cualquier secreto: la transparencia.
Lorenzo se muestra en su obra como un maestro del colorido; en una de sus últimas creaciones, el "Retablo de la Buena Suerte" (1991), aplica toda la riqueza de su color preferido: el azul. Aparentemente personificada en una máscara, la "buena suerte", como una esfinge pero al mismo tiempo, con una triste ternura congelada, parece oscilar entre un azul más frágil y un gris que refleja de esta manera los límites de sus posibilidades. Y contrastado el anillo en la cuerda: su azul denso anima al pobre mortal a tirar, a probar su suerte en un mundo cada vez más frío e inhabitable. La figura muestra el interior pálido de sus manos - mira, te doy lo que tengo - nada / ya que la suerte está en tus propias manos / dentro de los límites / que los dioses existentes o inexistentes / te pongan / azul azul frío azul / intenta convertirlo en algo cálido / en el carmesí de la llama / a través de un beso de tu alma -.
El cromatismo en Lorenzo Ugarte rompe incluso con la simbología del color. Mientras que, en los mares del norte, se habla de un "frío azul", la gran fuerza pictórica, concentrada en todas las posibilidades que ofrece su color preferido, nos confronta con mundos profundos detrás de lo meramente fenomenológico. La tensión entre ese azul pálido y el azul hondo crea esas vibraciones entre el espacio aparentemente oculto y la "superficie" visible. Esa riqueza pictórica permite al frío convertirse en algo cálido, soñar con otras dimensiones y abrazar una aurora que abarca esperanzas, saudades, deseos ocultos...
La obra de Lorenzo Ugarte está situada entre la pintura, la escultura en su versión contemporánea y el "collage". Los atributos de este último, como los trapos, las cuerdas, el viejo ropaje desgastado y objetos de uso cotidiano, parecen ser algo como un "esplendor de la ruina"; sin embargo, no se trata de una mera ornamentación. Cada detalle adquiere una significación propia, pero, al mismo tiempo, se encuentra en una tensa relación dialéctica con la totalidad, aparente y oculta, de la obra.
La creación artística de este nivel invita al contemplador a una mirada adecuada, a una reflexión que vaya más allá de algo "encajado". La actitud profundamente humana de su creador, que se refleja en su obra, lo hace posible.


Jürgen Misch




EL CIPRÉS DE SILOS

A Lorenzo Ugarte


Vertical esmeralda sonora de aire y tiempo...
(¡Idealismo al cenit!...
¡Puro ritmo melódico
que cruza el gran silencio de lo eterno!...),

...Persiste su armonía rumorosa
en el ámbito mágico del sueño...
-prisma de luz secreta, renovada
en un crisol de antiguos sortilegios...-.

...Sobre el jardín, eternas plenitudes
-¡que música de pájaros despiertos...-
fragmentan la irisada voz dormida
en la estrofa infinita de los ecos...

(...En el medievalismo del instante
-quietud cristalizada en mil anhelos-
vuelve a vibrar -inmenso y sin nostalgias...-
el acorde total de lo sin tiempo...).


Manuel Conde,
"Preludio en Arcoiris", 1950





CARTA A LORENZO UGARTE
SOBRE LAS CRUELES AGONIAS DE LOS OBJETOS


Ciertamente Lorenzo la resignación ante el infortunio que tanto practicames perfectamente inútil
tan inútil como seat carta que depositaré al pié de un ciprés
ya que no puedo comunicarme contigo
ni siquiera con los teléfonos color de menta que inventó Dalí
para mensajes poco convencionales
tal como se recomienda en el Elogio del Caos y La Paradoja
mi libro de cabecera de los últimos años
que al final no pude prestarte como prometí tantas veces
texto sutilísimo
que salvó de la locura a varias generaciones de solitarios argonautas
con sus verbales alquimias
tan útil en este contorno de humo y engranajes
en que todo menos nosotros persiste
instalación gigantesca de acero y argamasa
que es nuestro natural paisaje
y donde nos solazamos con la necesaria idiota cordura
que tan seguros nos sostiene
olvidadas las beneficiosas creencias
en lagartijas sublimadas en dragones o princesas y vírgenes
sin necesidad orgánica alguna
y otras conformidades de similar simpleza
que habían de conducirnos dóciles al paraíso
de no persistir en más crueles y complicadas porfías
como las tuyas
cuando ordenabas con la meticulosa lucidez absurda de los sueños
los objetos a tu alcance
morfológicas reliquias
sexos de madera
petrificados e impasibles espejos
que adornabas con cráneos de perro
botellas cegadas de transparencia
cordones bolas rodamientos cuerdas destornilladores clavos tijeras
pechos cercenados
artilugios de precisión para uso de agrimensores
y para los crímenes rituales
huevos para zurcir calcetines
complejos mecanismos para la tortura
brazadas de paja seca
telas fosilizadas
armarios con secretos cajones

mutilados o recompuestos
perturbadores en sus nuevos significados
arbitrarios y mágicosquien sabe de qué oscuras ceremonias capaces
cuando nuestra presencia no los importuna
y solo se escuchan las desarmonías de automóvilesgritoscrujidossirenas de la noche
ya objetos de deseo
no imágenes rescatadas ni funcionales instrumentos
sino testigos de nuestras más ocultas acciones
y aún de nuestros pensamientos
fascinantes testigos ciegos
de la terrible ceremonia de la consumación
a la que inevitablemente asistimos
metáforas enfebrecidas
del fuego interior que te quemaba
de la ternura tantas veces oculta
del miedo tenaz premonitorio y viscoso
inalterables como parecen fundidos en lava vegetal y olorosa
visibles evocaciones
de lo que invisible se oculta
en los recintos
donde Lautreamont y Apollinaire y Tzara y Reverdy y Max Jacob y Duchamp
andan a la gresca o se aman desde la mañana al crepúsculo
pese a la adversión que cada uno siente por sí mismo
si bien Lorenzo debo decirte
que un viento de alas transparentes de mariposas
murmullos de libélulas en celo
lentísimos relojes de arena
sonoras caracolas
pájaros de líquidos trinos
se ha posado sobre tus objetos
y los recubre de opacas y agónicas cristalizaciones
para siempre.


Antonio Leyva
Octubre de 1992